Horus, hijo póstumo de Osiris y educado en la sed de venganza por su madre Isis, desafió a su tío Seth, el asesino de su padre, y entabló con él un terrible combate. En la refriega, Seth le arrancó un ojo a Horus, lo cortó en seis pedazos y lo esparció por todo Egipto.
La asamblea de los dioses decidió intervenir en favor de Horus y le encarga a Toth, maestro supremo de la aritmética, la palabra, la escritura y los escribas, reunir las partes del ojo mutilado y reconstruir con ellas, gracias a sus potentes sortilegios, un ojo sano y completo. (En el himno XX del Libro de los muertos se dice que "Esto, hizo Toth con sus mismo dedos", lo que algunos interpretan como el uso de los dedos para calcular).
Por eso, el Oudja, a la vez ojo humano y de halcón, mutilado y restaurado, era uno de los amuletos más importantes para los egipcios, símbolo de la integridad física, el conocimiento, la visión total y la fertilidad. Y para que este símbolo perviviese en todas sus tareas, los escribas utilizaban sus distintas partes para representar las fracciones del héqat, unidad de capacidad que correspondía aproximadamente a 4,784 l.
La cuestión
No es difícil darse cuenta de que si sumamos las seis fracciones del héqat obtenemos 63/64. ¿Qué pasa con el 1/64 que falta?
La tradición nos da una respuesta: cuando un aprendiz de escriba le planteó la cuestión a su maestro este le respondió que el 1/64 que falta será siempre proporcionado por Toth al calculador que se coloque bajo su protección, lo cual podemos interpretar como una prueba de fe o como el canon estipulado para los calculadores por sus servicios.
Teorías
Se ha intentado explicar esta discrepancia de muchas maneras. Una de ellas es la que nos cuenta José Manuel Bueso: "Recientemente se ha sugerido que se trata de un mecanismo de despiste deliberado; que hay que darle la vuelta a la tortilla, ya que la fracción verdaderamente significativa es 64/63, que proporciona una aproximación a la Coma [musical] pitagórica... Es decir, todo el simbolismo del Ojo Udja está organizado no para revelar, sino para esconder (o para "revelar" a los iniciados, ocultándolo a los profanos) un "número sagrado".
Otra interesante teoría es la que relaciona la ausencia de ese 1/64 con la ausencia de la pupila: parece ser que un circulito era la forma de indicar la unidad, circulito que podía servir para completar el dibujo y que al tiempo era representación de la totalidad que se estaba buscando. Con este juego de manos los escribas-maestros pretendían que sus alumnos experimentasen una profunda sensación de revelación al darse cuenta de que lo que faltaba era a la vez la totalidad, y que la iluminación venía del propio ojo de Horus.
Una propuesta
Hay otra propuesta: está claro que falta 1/64, pero únicamente porque hemos interrumpido el proceso en el sexto paso. ¿Por qué no seguir? ¿Por qué no continuar la compleción de la unidad obteniendo mitades de lo que falta? Los escribas sin duda conocían la respuesta: porque nunca terminaríamos. Pero sus alumnos no. Quizá la revelación buscada no fuese otra que la del infinito, y el golpe de efecto el profundo vértigo que produciría en los aprendices asomarse al insondable abismo de la pupila de Horus.
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