Sophie Germain en el espejo de Eduardo Galeano
El pasado lunes falleció el escritor y periodista uruguayo Eduardo Galeano (1940-2015).
En su libro Espejos. Una historia casi universal (Editorial Siglo XXI, 2008), Galeano escribe nuestra historia a su manera, hablando de personas ignoradas o de situaciones olvidadas.
En Mudanza de nombre, Galeano realiza una deliciosa semblanza de Sophie Germain(1776-1831); en ella rescata lo esencial de la vida y trabajo de esta matemática excepcional.
Aprendió a leer leyendo números. Jugar con números era lo que más la divertía y en las noches soñaba con Arquímedes.El padre prohibía:—No son cosas de mujeres —decía.Cuando la revolución francesa fundó la Escuela Politécnica, Sophie Germain tenía dieciocho años. Quiso entrar. Le cerraron la puerta en las narices:—No son cosas de mujeres —dijeron.Por su cuenta solita, estudió, investigó, inventó.Enviaba sus trabajos por correo, al profesor Lagrangei. Sophie firmaba Monsieur Antoine-August Le Blanc, y así evitaba que el eximio maestro contestara:—No son cosas de mujeres.Llevaban diez años carteándose, de matemático a matemático, cuando el profesor supo que él era ella.A partir de entonces, Sophie fue la única mujer aceptada en el masculino Olimpo de la ciencia europea: en las matemáticas, profundizando teoremas, y después en la física, donde revolucionó el estudio de las superficies elásticas.Un siglo después, sus aportes contribuyeron a hacer posible, entre otras cosas, la torre Eiffel.Sophie no está.En su certificado de defunción, de 1831, figuró como rentista, no como científica:—No son cosas de mujeres —dijo el funcionario.
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