Paul Erdös
. . .
el mago de Budapest
Irune Gurrutxaga
Estimadas y estimados, una vez más, damos a conocer,
o mejor dicho, recordamos a Paul Erdös, matemático
que si bien era pequeño y escuchimizado, se
hacía presente en infinidad de sitios, como luego veremos.
Erdös, que trabajó en infinidad de campos: teoría
de grafos, de números, de conjuntos, de aproximación,
combinatoria y probabilidad, análisis clásico, etc., pero
que además se hizo célebre por su excéntrica personalidad,
dejó memorables anécdotas entre los numerosísimos colegas con los que formó equipo a lo largo de
su vida.
Paul Erdös nació en Budapest (Hungría) el 26 de
marzo de 1913 en el seno de una familia de origen judío.
Pocos días antes de su nacimiento, sus pequeñas
hermanas de apenas 3 y 5 años morían de escarlatina,
esa infecciosa enfermedad que aunque hoy día no tiene
apenas incidencia en nuestra sociedad, en aquel tiempo
era uno de los principales factores de mortalidad infantil.
A este doloroso suceso, le acompañó el estallido de
la Primera Guerra Mundial cuando Paul apenas acababa
de cumplir un año. Su padre Lajos, que había sido
movilizado para servir al ejército austrohúngaro, fue
hecho prisionero por los rusos y llevado a Siberia y el
pequeño Paul creció bajo cierta, y comprensible, sobreprotección
por parte de su madre Anna. De hecho
mantuvo a Paul alejado de la escuela hasta los 14 años
y le proporcionó un tutor para que no tuviera que salir
de casa.
Parece que desde pequeño a Paul le apasionaban las
matemáticas tanto como a sus padres, que eran profesores
de esta materia.
Dicen que a la temprana edad de
3 años ya era capaz de sumar números de tres cifras con
facilidad. Con estos antecedentes no es de extrañar que
semejante niño prodigio fuera reconocido en su madurez
como “el mago de Budapest” por la elegancia de
sus métodos de resolución de problemas.
La vida de Paul se desarrolló en un contexto histórico
europeo muy complicado para todos, pero especialmente
para los judíos. De hecho, recién terminada
la Gran Guerra, por el Tratado de Trianon, Hungría fue
desmembrada y perdió más del 70% de su territorio.
El sentimiento de humillación y la mutilación territorial
fue aprovechado por partidos ultranacionalistas que
fueron asumiendo el control del país y promulgando
unas leyes raciales antisemitas similares a las que trece
años más tarde Hitler instauraría en Alemania.
A pesar de las restricciones a los judíos, Erdös, por
su especial capacidad para las matemáticas, consiguió
ingresar en la universidad de Budapest en 1930 y se
doctoró con 21 años. A medida que se extendía el antisemitismo
y el “sistema autocrático conservador” como
definió a su gobierno el dictador Miklós Horthy,
Paul, cumplidos 23 años, se trasladó a Manchester para
realizar estudios de postgrado. En 1938, ante el clima
prebélico que se respiraba en Europa, decidió establecerse
en Estados Unidos, y fue en la Universidad de
Princeton donde, en colaboración con Marc Kac, otro
famoso matemático judío europeo exiliado, propuso su
famosa “Teoría Probabilística de Números” llamada
también Teorema de Erdös-Kac.
Al cabo de un año abandonó Princeton comenzando
su extraordinario peregrinar profesional que le llevaría
a recorrer numerosos países portando la vieja maleta
con cuatro libros y una bolsa de plástico “de unos grandes
almacenes de Budapest” como únicos enseres, que
le caracterizaría a lo largo de su vida. Y es que, como
le gustaba decir, todo lo importante lo llevaba en su cabeza.
Se dedicaría en adelante a recorrer el mundo, de
universidad en universidad, de casa en casa, llevando
una vida nada convencional, sin buscar honores ni premios
y sin importarle nada más que las matemáticas.
Tampoco los convencionalismos sociales porque tenía
la “manía” de presentarse sin previo aviso, sin importarle
ni la hora ni el día, con la frase “abre tu mente
porque vengo a traerte la luz”.
Este deambular no impidió a Erdös publicar más de
1500 artículos, la mayoría en coautoría, en toda clase
de revistas y desde todas las partes del mundo, tanto es
así que se llegó a decir que aquel que no hubiera tenido
el honor de recibir la visita de Erdös no era un verdadero
matemático. Y es que nuestro peculiar personaje no
estaba hecho para las formalidades ni normas.
Paul Erdös falleció el 20 de septiembre de 1996 a
la edad de 83 años, mientras asistía a una conferencia
en Varsovia (Polonia). De un fallo del corazón, se dijo.
Pero como veremos más adelante a Erdös si algo no le
falló, en vida, además de su mente, era su buen corazón.
En el bolsillo de su chaqueta llevaba la documentación
que le acreditaba para su próxima conferencia en Lituania.
Se puede afirmar que Erdös murió como vivió,
viajando de un país a otro.
Tras su muerte, la comunidad matemática estableció
una curiosa numeración llamada “número de Erdös”. Mediante este número se establecía
la influencia de un matemático en la comunidad
científica. Paul Erdös tenía fijado, como no podía ser
de otro modo, el número de Erdös igual a 0. Cualquier
persona que hubiera colaborado con él tendría asignado
el número de Erdös igual a 1. Toda persona que hubiera
trabajado con una persona que tuviera número de Erdös
igual a 1 tendría asignado el número de Erdös igual a 2
y así sucesivamente.
Figura 2: El número de Erdös.
¿Pero por qué se estableció este curioso número de
Erdös? Puede entenderse si decimos que hay constancia
de que Erdös colaboró con más de 600 matemáticos
y matemáticas de todas partes del mundo. Se comenta
que en los selectos y exclusivos círculos matemáticos
es muy difícil encontrar a un matemático o matemática
que tenga un número de Erdös mayor a 8, precisamente
por la cantidad de colaboraciones y publicaciones que
hizo nuestro singular personaje.
Por otro lado, tal fue la resonancia vital de Erdös
que, en la St. Gregory’s of Nysses, una iglesia episcopaliana
de San Francisco, encontramos en un mural del
ábside a Paul “bailando” nada menos que entre Ghandi
y Martín Lutero; y es que en esta extraordinaria iglesia
se representa una procesión de 90 “santos danzantes”
de diferentes religiones y distintas disciplinas. Ahí
encontramos todo tipo de personas que han aportado
su conocimiento, inspiración o arte en campos como la
música, el cine, el deporte, la ciencia, la arquitectura,
la religión, el pensamiento, etc. Para los fieles de esta
congregación estos “santos y santas” han sido bendecidos
por el toque divino que les ha hecho destacar en su
especialidad, sin importar raza, sexo ni religión y por
ello se merecen un hueco en esta
iglesia. Y ahí merece
estar Erdös
.El “santo” Erdös danzando.
Para terminar esta aproximación a Paul Erdös, procede
relatar alguna de las anécdotas de la faceta “friki”
de su carácter y personalidad que no dejaba a nadie indiferente.
Erdös, nacido judío, decía de si mismo que
era ateo y se refería a Dios como el Supremo Fascista
que se guardaba las demostraciones más hermosas sin
compartirlas con los humanos. En contraposición a la
Torah, a la Biblia o al Corán, “Libros” donde se recogen
las revelaciones divinas, para Erdös El Libro verdadero,
no era ninguno de aquellos, sino un libro imaginario en
el cual Dios tenía escritas esas hermosas pruebas de los
teoremas matemáticos y que serían adquiribles solo por
el esfuerzo y la capacidad de razonamiento científico.
Erdös también fue conocido por su humildad y por
su compasión, una prueba de ello es que cuando recibió
en 1984 el prestigioso premio Wolf en Matemáticas, de
los 50 000$ que recibió, solo se quedó con 720$. Vaya
uno a saber por qué se quedó exactamente con esa cantidad
pero era habitual en Erdös, que casi todo el dinero que ganaba lo dedicara, además de ayudar económicamente
a personas más necesitadas, a los premios que
el mismo otorgaba y que iban de 10$ por la resolución
elegante de un problema sencillo, hasta los 10.000$ por
un problema “sin esperanza” como él solía llamarlos.
Y es que este bohemio de la ciencia, que no tuvo ni
mujer ni descendencia, sólo necesitaba el capital estrictamente
necesario para proseguir su deambular y particular
viaje. ¡Ah! y su vieja maleta con cuatro libros y
su bolsa de plástico casera. Todo lo demás lo llevaba
consigo siempre. En su cabeza.
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