Su primer libro, "Uno y el Universo" es, como él dice, "una suma de la verdad". Lo ha publicado a los 34 años, "cautelosamente", después de un largo aprendizaje literario: la matemática. El hecho, por puesto, no deja de irritar a los que creen que conviene sobremanera ignorar el teorema de Pitágoras si se quiere sacar adelante un soneto tolerable.
-Es una idea- me dice Sabato- que se ha difundido con una curiosa aquiescencia pública. Parece como si sus defensores quisieran decir -en todo caso, no se atreven a decirlo- que el arte es oscuridad, imprecisión y paralogismo. Por desgracia no se atreven a apurar su teoría de tal modo que concluyan sosteniendo las ventajas absolutas de la imbecilidad como fuente sagrada de creación artística.
- Como escritro ¿qué cree Ud. deber a las matemáticas?
- Muchas y muy importantes cosas. En primer lugar, me ha salvado de cometer la inevitable agresión que por lo común se perpreta a los 18 años, mediante un libro de poemas o un cuento que merece enseguida ese dudoso calificativo de "frescura y simplicidad". Además, me ha disciplinado un teemperamento demasiado romántico, me ha enseñando a valorar la concisión y la exactitud de la palabra y del juicio, y, sobre todo me ha dado una visión más completa del Universo. Por supuesto, no es mi caso una excepción. A los que creen que el camino es malo hay que recordarles algunos nombres ligeramente ilustres en el arte: Leonardo, Edgar Poe, Lewis Carrol, Thomas Hardy, Rimbaud y tantos otros. (...)
(Tomado de: "Medio siglo con Sabato - Entrevistas". Prólo y recopilación y notas de Julia Constenla)
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