Cuando el dos quizo ser más
grande.
Dicen que una vez el dos se cansó de ser tan
pequeño
y se fue a conversar con el cero,
le propuso formar un 20.
El cero se quedó pensando
meditando en el vacío...
el dos andaba un poco acelerado,
no quería esperar,
así que prefirió ser sincero...
y marcharse.
Partió a conversar con el uno
-”¿que tal uno si nos unimos y entre ambos
formamos un 21?”
-”mira dos, has de saber que yo siempre soy el
primero,
por tanto, si quieres negociar conmigo te
propongo que formemos un 12”.
Al dos no le gustó la oferta, el quería ser de
20 hacia arriba
“parece que estos números pequeños no entienden
eso de tocar las alturas”;
así saltó hasta donde el cuatro y le propuso
formar un 24.
- ¡Ay dos, con qué vanalidades me vienes!
Yo acabo de hablar con el 5
y formaremos un 54...
Muy ofuscado el dos se fue directo a conversar
con el más grande de los dígitos: el 9.
al verlo le dijo sin trabas: ¡formemos un 29!!
- Mira dos, -dijo el 9 sereno- qué soberbia la
tuya...
sesgado en tus caprichos desaprovechas
oportunidades:
podrías, por ejemplo, haberme propuesto formar
un 92...
¿ves como te vas atrapando a tí mismo
por insistir en alcanzar miserias?
Pero bueno, podríamos serlo, 29, 92 o lo que se
pueda;
pero, ¿para qué quieres ser tan grande
si a esos números casi nadie los cuenta?
¿Que no te has dado cuenta lo privilegiado que
eres?
eres el dos: tú
formas los pares, las parejass y los opuestos,
tú le das sentido al uno
sólo contigo ya toman ritmo;
fíjate que los divides a casi todos por la
mitad,
fíjate que eres contado hasta por niños de
corta edad.
¡Fíjate dos que bello número eres!
sin tí no llegaríamos ni al tres ni al
cuatro... ni mucho menos a los demás.
Dos tú eres esencial en tí mismo,
pero te has ennublecido soñando con lo que podrías
ser...
Mira dos, todos estamos después de alguno y
antes de otro,
pero ¿qué podría importarnos eso?
si todos formamos un gran conjunto.
Dos, querido amigo,
aún cuando no me hayas considerado como uno de
tus múltiplos,
te tengo un gran aprecio y te considero como mi
par.
Por eso te compartiré un sabio consejo de
nueve:
vuelve a casa, en tus comienzos,
y ocúpate de tus cercanos,
seguro que estarán allí esperándote el 1 y el 3
buscándote ansiosos para jugar contigo
a contar al 1, 2, 3.
(Autor: Ariel, profesor de matemáticas y amigo)
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